Cuarenta años después de su muerte, ¿qué representa Gaspar García Laviana para gente de
hoy? En primer lugar, cuánta gente, incluso en Asturias, su lugar de procedencia, sabe quién
fue esa persona? Entre los mayores de 50 años quizá haya bastantes personas que recuerdan
las noticias que informaban, en 1978, sobre su muerte luchando en la guerrilla contra el
regimen somocista. Pero, en general, su nombre y persona son bastante desconocidos, salvo
quizá en Nicaragua. La fama y notoriedad pública de las personas se cocina en los medios de
información y difusión: prensa, televisión… y esos instrumentos están bajo el control y al
servicio de la clase dominante. Son parte, aunque no la única, como luego veremos, del
aparato ideológico del sistema, y su función es promover todo lo que contribuya a la
estabilidad de ese sistema y sus formas de explotación capitalista, y reprimir, ningunear y
denigrar todo lo que cuestione la legitimidad del dominio de clase que le caracteriza.
Entonces, ¿cuál es el problema de Gaspar García Laviana con ese poderoso agente de los
depredadores del planeta? Su contradicción con el capitalismo y el imperialismo, al igual que
en el caso de Monseñor Romero, Ignacio Ellacurría y tantos otros, religiosos o no, consiste en
una vida y una muerte que testimonian una escala de valores que se opone frontalmente a todo
lo que el sistema dominante significa. Vamos a ver cómo se materiali eso en el caso
concreto de Gaspar, referente del Foro de Cristianos que lleva su nombre en nuestra región.
Para él, y en contradicción con la ideología dominante, la persona humana es lo prioritario; lo
demás, la eco-nomía, la política, incluso la religión, tienen sólo un valor instrumental, es
decir, no son un fin en sí mismos sino instrumentos que deben estar al servicio de la
promoción y realización humana. Esa idea, que está inspirada en el Evangelio, orientó su
vida, su actividad, las decisiones que adoptó… Ordenado sacerdote en 1966, compatilizaba su
función sacerdotal en una parroquia de Madrid con un activismo en círculos obreros y
ciudadanos que se preocupaban por la situación política y social en nuestro país. Estábamos
en una época en la que el regimen franquista aspiraba perpetuarse en España. Gaspar García
Laviana y otros sacerdotes obreros, junto con otras personas progresistas que pensaban que
otra sociedad era posible, se esforzaban por hacerla posible. Con esa actitud rompía con una
tradición eclesial que segregaba a los sacerdotes del ambiente social en el que vivían y los
recluía en parroquias sin otra función que la de oficiar un culto desligado de la realidad y la
experiencia humana.
Impelido de esa inquietud, lo vemos tres años después en Nicaragua como misionero. En la
zona de Tola, donde desempañaba su misión, entró en contacto con dos realidades que
determinarían el curso que desde entonces habría de tomar su vida. Una de ellas fue la
problemática de los campesinos de Nicaragua en concreto y de Ibero-américa en general, y la
otra fue la Teología de la Liberación, nacida en el contexto de esa sociedad campesina
explotada y humillada. En la mentalidad burguesa dominante y en el marco de una economía
que condena a esos países a proveer productos agrícolas de bajo coste para los centros
privilegiados del sistema imperialista, los campesinos de esas zonas sufrían, y siguen
sufriendo, un modo de vida no mucho mejor que la de los esclavos de otras épocas:
desnutrición infantil, falta de médicos y medicinas… La impresión que esa situación le
producía se refleja en la amplia obra poética que compuso por esos años. Le impresionó
especialmente la práctica, bastante común, del secuestro de jóvenes campesinas a las que
luego se las obligaba a ejercer la prostitución, práctica que era amparada por la Guardia
Nacional Somocista.
Parece que fue uno de esos casos lo que le determinaría a unirse a la guerrilla contra el
regimen Somocista. En todo caso, influenciado por la Teología de la Liberación, que pone a
los pobres en primer lugar, y convencido de que por la vía pacífica no era posible promover el
cambio en Nicaragua, decidió combatir como guerrillero. Se puede cuestionar esa decisión
pero no el espíritu que la animaba, de anteponer el interés de las desgraciadas víctimas del
sistema. La mejor manera de afrontar, en cada caso, ese tipo de decisiones, quizá no tenga una
respuesta adecuada y clara. A veces uno no puede elegir las situaciones en las que se se
desenvuelve y son las situaciones las que le eligen a uno. Lo que conviene tener claro es la
escala de valores que se debe asumir y el lugar que debe ocupar en ellas el servicio a los más
humildes e indefensos: ser la voz de los que no tienen voz, la defensa de los que no tienen
defensa… Gaspar García Laviana fue consecuente con ese rol que se asignó y entregó su vida
por realizarlo.
Pero no es sólo en el terreno político y económico, en la sociedad laica, donde debe darse la
batalla a favor de los parias de la tierra. También en el ámbito religioso, incluído el de nuestra
Iglesia, que era también la Iglesia de Gaspar, se debe combatir al enemigo de clase. Muchos
cristianos, incluso y sobre todo de la Jerarquía, condenan la opción de G. García Laviana no
por lo que tenía de asunción de la violencia sino por hacerlo en contra de las clases
dominantes y a favor de las víctimas de ese sistema. De hecho, la Teología de la Liberación
fue condenada por las más altas instancias del aparato eclesial católico y el de otras iglesias
cristianas confortablemente instaladas en el sistema, y aunque hoy, al menos oficialmente, se
la mira con más benevolencia, nunca fue aceptada. Durante mucho tiempo las iglesias
cristianas, en flagrante contradicción con el espíritu del Evangelio, se constituyeron gustosa e
interesadamente en piezas del aparato ideológico del sistema de opresión dominante, de todos
los sistemas de explotación, el actual de la burguesía capitalista, y los anteriores del
esclavismo y el feudalismo. Y ello se puso de manifiesto, especialmente, durante el nefasto
papado de Karol Woytila en cuyo comienzo, precisamente, tuvo lugar la muerte de Gaspar, y
que coincidió con la liquidación violenta de las organizaciones nacidas de la Teología de la
Liberación y con el final de la Guerra Fría, que marcó el inicio de un proceso de involución
social y eclesial que dura hasta nuestros días.
Los cristianos como Gaspar nos negamos a jugar en la historia humana el triste papel de
avalar un sistema tan dañino para las personas y para los pueblos. Nuestro Foro de
Cristianos Gaspar García Laviana asume su escala de valores y le tiene como referente en
la preocupación por la lucha en ambos frentes: en la sociedad y en la Iglesia. Otra sociedad y
otra Iglesia son posibles, y necesarias. La problemática que afrontamos en ambos frentes
difiere un tanto de las que conoció Gaspar en su época y en el área geográfica en la que él
actuó en la etapa final de su vida, pero la escala de valores que le inspiró a él sigue siendo el
criterio de actuación en el ámbito de nuestra actividad. Vivimos en una sociedad en la que
priman los intereses económicos de los poderosos sobre las necesidades vitales de los seres
humanos, en donde se recortan los servicios sociales para rescatar a los bancos. Y en una
Iglesia cuyos pastores parecen creer que Jesús vino al mundo para que ellos puedan vivir en
palacios, y que se oponen a la aceptación de los inmigrantes y los diferentes, a la vez que se
afanan en adquirir propiedades vía inmatriculaciones de dudosa legalidad. En ese contexto
nuestra voz y la de grupos similares tiene la función profética de denunciar esas situaciones y
alumbrar soluciones a la luz de espíritu del Evangelio de Jesús de Nazaret.
Faustino Castaño.